InicioSociedadEl drama de un padre solo: «Sigo respirando por mi hija»

El drama de un padre solo: «Sigo respirando por mi hija»

El 24 de octubre de este año, hace casi dos meses, M. decidió comenzar a reclamar pacíficamente en la sede de los juzgados de Familia porque en poco tiempo cumplirá un año desde que no puede ver a su hija por decisión de su expareja, quien interrumpió el régimen de visitas. Su caso lo lleva adelante la cuestionada jueza de la Oficina de Familia, Guillermina Leontina Sosa.

Su expareja, según describió el hombre, incumplió el régimen de visitas, homologado por el mismo Juzgado de Familia, sin sanción alguna por parte de las autoridades de la Justicia. En Fiscalía, la denuncia realizada en su contra fue desestimada. Está archivada porque “no encontraron pruebas de nada”, contó el papá que sigue atado al proceso de revinculación.

Ahora, todo depende de los jueces de Familia que hasta el día de hoy no le dan respuestas ni a él, ni a otras familias que padecen este drama, pero tampoco a los medios que se hacen eco de esta problemática.

Para el niño o niña que de un día al otro, sin explicación o con mentiras, ve cortado un vínculo afectivo central en su vida, el costo es inconmensurable.

EL DOLOR DE UN HOMBRE QUE ES PADRE

A una semana de Navidad, el padre habló con El Patagónico y reflexionó acerca del dolor que padece por no poder ver a su hija, en una fecha sumamente especial. Lleva la cuenta día a día. Es que pronto se cumplirá un año desde el último día que la vio.

M. se angustia por momentos; en otros se quiebra; hay lágrimas; voz entrecortada… pero cree que el camino es insistir, persistir. Confía en su lucha por recuperar a su hija.

M. hace 13 años llegó a la ciudad, soltero y en busca de un mejor futuro laboral, algo que no le daba la ciudad de Mendoza. “Era para cambiar un poco la vida, era más tranquilo Comodoro y opté por venirme acá, me costó un poco adaptarme”, confesó.

“Mi hermana se había venido un tiempito antes que yo y me comentó que había trabajo, era un lugar tranquilo y me vine”, continuó.

“Empecé a trabajar y opté por hacer la secundaria nocturna, terminé en los tres años, con buenas notas. Tenía ganas de aprender un oficio, se me complicaba con los horarios y el laburo; entonces seguí trabajando, aprendí mucho” recordó.

Al poco tiempo, conoció a la madre de su pequeña y se estableció una relación que terminó con la llegada de la beba. “Comenzamos a conocernos y empezamos una relación tranquila. Al poco tiempo, queda embarazada, no se había planeado, pero fue muy bienvenida la noticia” comentó.

“Nació mi hija en 2017; al mes nos fuimos a alquilar gracias a trabajos extras que hacía yo y nos pudimos comprar algunas cosas de la casa. A los cuatros meses de convivencia pasó algo que rompió la pareja. Me llamó mi madre que venía a Comodoro (de Mendoza). Se enojó, se descontroló, agarró mi auto a piedrazos. No conocía esa parte de ella” confesó M. “De ahí en adelante no fue todo normal, era una parte que yo desconocía, siendo mi nena bebe”.

La convivencia se fue tornando cada vez un poco más insostenible; la mujer tenía actitudes violentas hacia M., declaró éste. “Le molestaba cuando llegaban mis viejos de Mendoza; en colectivo ellos haciendo 30 horas para ver a sus nietos (su hija y sobrinos). Son cosas que a mí me dolían y yo estaba sufriendo esa relación, pero seguía aguantando por mi hija porque estaba dando sus primeros sus pasos, creciendo”.

LA RELACION CON SU HIJA

“Tenía y tengo esas ganas de ser papá, de estar para todo lo que ella necesite. Verla reír, verla cómo crece. Aguanté un montón de cosas. Cuando había discusiones, ella (su expareja) era agresiva, me levantaba la mano. Yo me iba de la casa porque mi hija ya tenía 2 o 3 años y veía esas cosas y no está bueno” expresó.

“Cuando yo me iba a trabajar mi hija estaba despierta, desayunábamos. Y cuando llegaba ella estaba en el portón de casa, esperándome y eso hacía que yo siguiera fuerte. Es lo más lindo que me pasó. Hay un amor; era tan pegada a mí… digo esto y no puedo dejar de emocionarme; con ella teníamos un lazo muy lindo. Eso tapaba todo lo malo”, destacó.

LA DENUNCIA DE SU EX

“En 2019, ella (expareja) se fue de la casa y me denuncia. Yo sinceramente no lo podía creer porque fue todo al revés. La víctima fui yo, pero no me daba para denunciarla, trataba de evitar todo tipo de problema. Ella iba y me reiniciaba denuncias e inmediatamente me llegaba una restricción”, comentó M. al describir cómo es el proceso en estos casos desde los juzgados de Familia.

M. es un trabajador, padre de una única hija, fruto de una relación, pero de la cual se hizo cargo desde el primer momento. Estuvo un día preso, en la Seccional Sexta, por el simple motivo de querer saber si su hija se encontraba bien.

“Una de las veces que ella (su ex) se fue de casa y me pusieron una restricción, llegó mi madre de Mendoza; le pedí a ella que se acercara a ver a mi hija. Mi vieja tiene una discapacidad, la restricción decía 200 metros; yo me quedé antes, para no hacerla caminar tanto. Cuando llegó mi madre, la atacaron a insultos y llamaron a la policía y me vieron. Fue como si hubieran agarrado a un delincuente; les dije ‘quiero saber de mi hija, nada más’. Me esposaron y me metieron a un calabozo. Pase un día preso por querer verla” señaló.

Y siguió, con la voz quebrada por el dolor: “Me muero en vida, mi hija me ayuda un montón para aguantar”.

Su exmujer “me volvió a amenazar con que no iba a ver más a mi hija y lo cumplió. En noviembre, casi diciembre del 2021, expuse mi situación pública. Uno cuando no debe nada, no temé a nada. Todo de lo que me acusó no es verdad. Son todas denuncias falsas y lamentablemente el Juzgado no investigó”.

“¿Qué hacían en el Juzgado (de Familia)? Sistemáticamente una restricción (de acercamiento). Fueron a mi trabajo como que yo era un violento. Al tiempito (en 2022) me quedé sin trabajo”, acotó.

EL ROL DE LOS ABOGADOS

“Uno sí o sí tiene que tener un abogado. En Defensoría tienen muchos casos y es todo mucho más lento. No te queda otra que pagarlo, pero si lo pagas por lo menos queres que te represente o presenté un escrito, por lo menos; esta abogada no lo hizo (Paola Ojeda); no presentó ningún un régimen de comunicación”, denunció.

“En vez de pasar las horas con mi hija que eran poquitas que tenía, iba a rogarle a un oficial para que me tomara una denuncia o me hiciera un acta. En la comisaría renegando. Con mi hija ninguna fiesta pude pasar”, aseguro.

“Es lamentable, es muy doloroso”, afirmó M. “Sinceramente amo a mi hija, me duele un montón, pero creo en Dios”.

LA OFICINA DE DERECHOS Y GARANTIAS DE LA NIÑEZ

Al no tener contacto con su hija, M. decidió recurrir a la Oficina de Derechos y Garantías de la Niñez, la Adolescencia y la Familia, desde donde deberían velar por los derechos de los niños y adolescentes, pero como en Defensoría (ubicada en calle Sarmiento 453) poco y nada hacen, siendo empleados públicos. Jamás me escucharon, parece que es pantalla”.

Sostuvo M. que “a mi hija no la puedo cuidar yo; el Juzgado (de Familia) no hace nada para saber si mi hija está bien. A todo esto, mi abogada que tengo ahora no hizo el pedido a Fiscalía para que llegara el archivo (de la causa) al Juzgado de Familia. Yo en el medio, entre el Juzgado y la abogada, y mientras tanto va pasando el tiempo hasta que empecé a manifestarme porque ya no doy más. No sé cómo seguir, con un abogado que pago también. Quiero que haya avances y no los hay”.

“No hay pruebas, no hay nada. Es una lucha contra el Juzgado, así de injustos son. Necesito volver a vincularme con mi hija, ya no soy yo. Soy fuerte por ella y lo voy a seguir siendo por mi hija. Respiro por ella, por mi padre y mi madre; ellos que la extrañan mucho a su nieta”, finalizó.

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