¿Cómo lograr el despegue argentino? Es la pregunta que recorre distintos círculos cercanos a Javier Milei. En estos días suceden reuniones en amplias oficinas de Puerto Madero impulsadas por su dueño, el polifacético empresario Alfredo Campanelli.
Y en esos debates está adquiriendo estatus el plan que confeccionó el propio Campanelli que fue madurando desde su apoyo y participación en los equipos de campaña, primero con Patricia Bullrich, luego con el propio Milei.
Campanelli conoce y “admira por su inteligencia, visión y estrategia” a Domingo Cavallo desde cuando le facilitaba instalaciones en Barracas para su partido Acción para la República. Cavallo fue uno de los primeros en escuchar sus propuestas. Y lo impulsó a llevarle sus propuestas a Javier Milei.
La base es un conjunto de ideas sencillas de aplicar agrupadas bajo el concepto de Argentina 4.0 y con el objetivo de combatir la economía informal que alcanza al 50% y a la corrupción que, además de sus prácticas delictivas, alimenta la informalidad.
Campanelli postula un sistema tri-monetario con un nuevo peso físico, otro digital y el dólar, en lo que define como una dolarización sin dólares. También, derogar todos los impuestos actuales, crear una tasa única nacional del 10% y repartir con las provincias según su contribución al PBI, algo que ya fue criticado por falta de equidad hacia las que poseen menores recursos.
En la visión de Campanelli habría que eliminar todos los impuestos al comercio exterior con un régimen de incentivos a la exportación que premie la regionalización y el valor agregado. Plantea la prohibición del endeudamientoo a nivel país y un nuevo régimen jubilatorio con una tasa de contribución e inversiones del Fondo de la Anses para solventarlo.
En cuanto a la reforma laboral, su sistema se apoya en una tasa de contribución para los empleados que surja de la facturación de las empresas, “sin que los trabajadores se involucren en los números de la empresa”.
El plan es novedoso cuando se refiere a una revolución ante el crónico déficit habitacional, que se estima en dos millones de unidades. Para la primera vivienda la solución sería una especie de Plan Brady recordando aquella salida para la deuda externa impulsada por Nicholas Brady, secretario del Tesoro de EE.UU. entre 1988 y 1993 que permitía utilizar los bonos degradados de la deuda para las privatizaciones. Aquí sería para la primera vivienda y con barrios asistidos por las universidades públicas y pensados para jubilados y personas de bajos recursos.
El plan, más que por sus capacidades técnicas, va cosechando adhesiones por los pilares que se propone cambiar.
Campanelli, 70 años, podría definirse como un schumpeteriano, capaz de hundirse y volver a surgir. Músico en su juventud creó la compañía Import Music, una multinacional dedicada a la comercialización de equipos de las marcas más famosas.
Pasó por todas al ser fabricante y alternativamente importador con cepo que tuvo que enfrentar varias veces propuestas indecentes por parte de los funcionarios de turno. La compañía tiene su corazón en Buenos Aires y sus pies en 60 países.
En marzo de 1997 fundó junto a Marcelo Braga Saralegui la Escuela de Música Contemporánea. Fue la primera relacionada con la universidad de Berklee, en Boston, considerada la meca de los músicos.
Contador y economista por la UBA, Campanelli viene explorando desde su propia experiencia distintas posibilidades. Sus ideas se discuten en un grupo y hasta sueña con un movimiento que bautizó Patriotas que antes de nacer suma adhesiones y más debates.
En diferentes reuniones asistieron para escuchar y aportar conceptos desde Federico Sturzenegger, Ricardo López Murphy, Fausto Spotorno, Yamil Santoro y Roberto García Moritán, por citar algunos. Son encuentros privadísimos a los que también concurren encumbrados empresarios. Se asume que hay mucho más en juego. Por cierto, Campanelli apuesta a superar con sus ideas las fuertes limitaciones que hoy padece la economía argentina.