El Presidente Javier Milei dio los lineamientos concretos en la reunión del Consejo Interamericano de Comercio y Produccción (CICYP) a mediados de mayo. Allí dijo que «si terminamos de limpiar» los pasivos del remunerados y otros compromisos del Banco Central «frenamos todos los grifos de emisión monetaria», y que eso, junto con el superávit fiscal, terminaría con la emisión endógena y que tampoco se emitirán pesos por el sector externo y por tanto «vamos a ir a un tipo de cambio flexible».
De ahí desembocó la baja de la tasa de interés de referencia del 50% al 40% anual (3,3% mensual) y se aceleró el traspaso de la deuda de corto plazo del Banco Central hacia letras y bonos del Tesoro, en lo que implicó una descompresión de una deuda de corto plazo en pesos aumentando la deuda del Tesoro que se valúa en dólares.
El mercado respondió a esos movimientos con un salto de los dólares libres y una caída de los precios de los bonos y de las acciones de las empresas privadas con un consiguiente repunte de la tasa de riesgo país a 1.443 puntos quebrando el 20 de mayo una tendencia a la baja que se venía consolidando.
Ese movimiento dejó dos resultados: el primero, fue que cuando el dólar blue tocó $1.280 apareció la intervención oficial para serenar las aguas ante el temor que la suba de los dólares libres impactase en la inflación. Y el segundo, el aumento de la deuda del Tesoro y de los compromisos en dólares que el Gobierno debe enfrentar hasta fin de año.
Un informe de la consultora Eco Go de Marina dal Poggetto destaca que, al no tener acceso a crédito internacional, la deuda en dólares se viene pagando con flujo y que «de acá a fin de año vencen US$ 4.600 millones adicionales», y eso suponiendo que el Gobierno pueda refinanciar «la activación del swap del Banco de china por US$ 4.900 millones que vencen en junio y julio».
El esquema tomó forma: el Presidente apuntala su intención de terminar con los pasivos del Banco Central (el monto de pases remunerados se redujo 24%) traspasando esa deuda a la compra de bonos del Tesoro y, por tanto, aumentando la exposición de los bancos a activos del sector público.
En ese juego, los bancos ganarían capacidad prestable que, a tasas negativas (los depósitos a plazo fijo ofrecen 2,3% mensual frente a una inflación por lo menos dos veces y media superior) incentivaría el otorgamiento de préstamos al sector privado y a las familias.
Una comparación simple es que, si el dólar oficial sube al 2% mensual y los plazos fijos pagan 2,3%, ¿cuál sería el incentivo de los ahorristas para quedarse en colocaciones en pesos?
¿Y otra pregunta es, entonces, por qué no sube el dólar blue encontrando un techo virtual en $1.300?
Para ensayar respuestas se puede recurrir a decir que la cantidad de pesos en circulación está en mínimos, al igual que el volumen crédito respecto al Producto Bruto Interno.
Esa escasez de pesos se suma a lo que viene siendo un abastecedor fluido de dólares al mercado libre que es el dolar «blend». que surge de que los exportadores tienen la posibilidad de liquidar 80% al dólar mayorista ($895) y 20% al contado con liquidación de $1.237.
Por esa fórmula la oferta de divisas en el circuito libre ronda los US$1.600 millones mensuales, una gran oferta que, a la vez, se le resta a las posibilidades del Banco Central para comprar divisas.
Vale recordar que las reservas netas del Banco Central estaban en US$11.500 millones al momento de asumir Milei y aún hoy no pasaron al campo positivo a pesar de la importante compra de dólares que realizó el Central.
Desde el comienzo de la gestión, el BCRA compró US$ 16.000 millones, pero las reservas brutas solo subieron en US$ 7.000 millones. El resto se destinó a pagar deudas.
Entre el dólar blend que abastece a los dólares libres, léase también al blue, la liquidación de la cosecha gruesa y el debut de las intervenciones oficiales, los operadores financieros apuntan a la nueva estabilidad cambiaria, apuntalando la calma del dólar como uno de los instrumentos esenciales para bajar la inflación.
El esquema Caputo de dólar libre a $1.300, devaluación de 2% mensual y tasa de interés para los depositantes de 2,3% avanza en un sendero estrecho apuntando a que la inflación converja rápidamente a un 2% mensual para evitar caer en una situación pronunciada de atraso cambiario.
Con un ojo puesto en la baja de la inflación y el otro en la necesidad de conseguir dólares, para cumplir con los vencimientos de deuda hasta fin de año, el esquema Caputo ingresó de lleno al banco de pruebas.