Este miércoles 25, Chango Spasiuk celebrará sus 35 años de carrera con un gran concierto en el Teatro Colón. Pero no será un show habitual de alguno de sus diversos proyectos grupales, sino un programa exquisito y sofisticado, donde mostrará su manera única y especial de unir la música popular con la clásica.
Se trata de uno de los «Conciertos extraordinarios» que cada tanto programa el Colón, que lamentablemente aún hoy siguen siendo resistidos por una minoría de sus abonados, que se ofenden cuando escuchan una batería o una guitarra eléctrica. Sin embargo esta propuesta de Spasiuk es capaz de condensar con talento y buen gusto la mixtura entre lo culto y lo folklórico, la transmisión oral y la académica.
A Chango el desafío lo apasiona, pero no es una tarea sencilla, ya que tocará con tres formatos diferentes, lo cual obliga a hacer, justamente, tres tipos de ensayos diferentes, todo un malabar de organización logística que lo tuvo ocupado los últimos días, desde que llegó de una gira por Cuba.
Chango Spasiuk. Foto de prensa gentileza Ignacio Arnedo.Comenzará con dos pianos, acordeón y percusión (junto a Matías Mar-tino, Sebastián Gangi y Marcos Villalba), seguirá junto al noneto de cuerdas SurdelSur Ensamble, acordeón y percusión. Y el cierre de este concierto que durará unas dos horas será con su septeto «habitual», más dos invitados muy especiales, el maestro Rafael Gintoli en violín y la voz de Ligia Piro.
Tocar en el Colón
Llegar al Teatro Colón no es una novedad para Chango Spasiuk, ya que no sólo tocó ahí hace 11 años, sino que en aquella oportunidad también grabó un disco en vivo.
En un alto de los ensayos que lleva a cabo en su casa en Villa Urquiza, charló con Clarín y explicó su propuesta.
«El Colón -dijo- es un espacio que invita a que uno desarrolle un concierto en una dirección poco habitual, por el marco mismo del teatro. Por eso hay un montón de elementos que aparecen dentro de este concierto, otra vez reafirmando un concepto y y sentando una base y un precedente: se puede tocar con dos pianos, con orquesta y con músicos académicos».
Y enseguida agrega: «Un poco el concierto es un manifiesto de una manera de pararse ante todo esto, en este tiempo, en este momento mío y y en esta celebración de los 35 años. Porque de alguna manera lo que uno celebra es un montón de años de intentar hacer cosas dentro de las posibilidades de uno. Y encima ahora se puede empezar a escribir y documentar la música que hasta ahora fue transmisión oral».
Chango Spasiuk tocará en el Teatro Colón por segunda vez en su carrera. Foto: Ariel Grinberg-¿Qué te acordás de aquel primer concierto, desde los nervios hasta las críticas?
-Las críticas fueron hermosas. Siempre hay nervios, y ese espacio intimida. Pero, bueno, uno con miedo igual hace y hace lo que lo que necesita hacer.
-Siempre hay un sector conservador que no quiere hacer música popular en el Colón.
-Sí. Pero le dejo mensaje a esa gente: si siguiéramos pensando como piensan ellos, entonces Bartok no podría tocar su música y Brahms tampoco. Los grandes compositores que todos admiramos han abreviado la música popular. ¡Si ven a Bartok llegar a la puerta del Colón, estas mismas personas no lo dejarían entrar!
Yo no vengo a tocar lo que podría tocar en otra sala, porque el repertorio, el concierto, el programa es algo que está pensado para tocar en esta sala y no para tocar en cualquier otra sala. No nos da lo mismo algunos espacios y no todo puede entrar exactamente en la misma bolsa. Porque si no pareciera que uno es un paracaidista y que cae y que le da lo mismo cualquier teatro. Pido que respeten mis cabellos blancos, que son 35 años de estudio, de contenido, de sustento, de búsqueda y de disciplina.
Algunos hitos
Al repasar sus 35 años de carrera, Chango Spasiuk cuenta que, «Yo seguí rompiendo barreras que empezaron a romper otros también, como Raúl Barboza y Antonio Tarragó Ros, porque hay personas que empezaron a abrir esas puertas antes de que la abra yo. Lo único que hice fue simplemente tratar de ser fiel al tiempo que me toca dentro de la música argentina».
Con respecto a sus giras internacionales y el prestigio en el circuito de festivales de música del mundo, dice: «Miro para atrás y en mi horizonte no estaban todas las cosas que vinieron después. El horizonte se corre en medida que uno va caminando. Todo lo que fue apareciendo, apareció de una manera misteriosa y como un regalo y un compromiso para redoblar la apuesta. Pero en el menú de mi cabeza no estaba todo lo que sucedió».
Chango Spasiuk en el Colón. Foto de prensa gentileza Ignacio Arnedo.-¿Cuáles serían esos primeros horizontes: tocar en festivales y venir a Buenos Aires?
-El primer horizonte fue ir de mi ciudad, Apóstoles, a Posadas para estudiar música y y prepararme para ser un músico profesional. Después ya te visualizas en Cosquín, que era y sigue siendo un espacio donde uno quiere llegar.
Tocar en Cosquín ’89 ya era como venir a Buenos Aires, donde me instalé. Por eso tomo como punto de partida de mi carrera el primer disco, que fue en ese año. A partir de ahí es prueba y error, buscar un sonido. Buscar el rostro de tu propio rostro dentro de una tradición que es infinita.
-Ya en los años ’90 se da tu cruce con el rock, tocando con Divididos, por ejemplo.
-Si. Lo que pasa es que en una determinada época el chamamé quedó atrapado en los clichés, como un estereotipo, y uno tiene que ver esos universos más allá de los estereotipos y de los clichés. Cuando uno se corre de eso, descubre personas, compositores y artistas que tienen una búsqueda de la misma intensidad y honestidad. Y ahí viene una necesidad de dialogar.
Chango Spasiuk. Foto: Ariel Grinberg.-¿Cómo se dio ese primer acceso a escenarios en Europa?
-En el año ’87. el primer secretario de la embajada de Holanda me vio tocando en una plaza de Salta, y me preguntó si me gustaría tocar en Holanda, en el festival Euro Latina. Entonces volví a Misiones y de Misiones volví a Buenos Aires y fui a la embajada, nos reuníamos y terminé yendo en diciembre del 87 y nuevamente en 1989.
¡De golpe conocí el mundo! Viajar siempre hace que uno ponga en perspectiva el patio de tu casa y que vuelvas a resignificar un montón de cosas y te agarres de ellas con toda tu fuerza.
-¿Qué les atrae del chamamé afuera?
-Hay algo en el chamamé, en este rezo que se baila, en este baile que se reza. Es una música rural profundamente esperanzadora, y creo que eso se ve, que no es una imaginación mía. Viajo y me paso todo el tiempo tocando en diferentes escenarios y se percibe eso. La gente agradece recibir eso.