InicioEconomíaLa carrera entre el dólar y la devaluación ya está definida

La carrera entre el dólar y la devaluación ya está definida

El presidente Javier Milei fue contundente al definir el futuro del dólar para el corto plazo en medio de la expectativa de los operadores financieros sobre si continuará o no el ritmo de suba de 2% mensual del dólar oficial.

En el marco del IEFA Latin Forum, Milei aseguró que «si el mercado no lo pone en otro lugar porque lo voy a modificar arbitrariamente».

Así, defendió el precio del dólar oficial y de devaluación del 2% mensual que han pasado a ser uno de los pilares en los que se apoya el Gobierno en el intento de frenar la inflación.

El cálculo presidencial es que si tomo «el tipo de cambio de referencia y lo multiplico por 1,175 (el impuesto país) el resultado estaría en torno a $ 1.060, con lo que no tengo brecha o tengo brecha negativa».

En otras palabras, si el dólar con impuesto país está en $ 1.060 y el blue en $ 1.010, el mercado, en la interpretación presidencial, estaría indicando que no es necesaria una devaluación a pesar de que el sector exportador está notando cierta pérdida de competitividad respecto del dólar mayorista de $ 858 que había avanzado con la devaluación de diciembre, pero que después se quedó frente al salto de la inflación.

Bajo una de las preguntas más escuchadas en el mundo de los negocios, que es «¿cuándo se levanta el cepo cambiario?», un informe de la consultora ABECEB habla de que, a pesar de la mejora del sector externo, la recuperación de los bonos y la baja de la tasa de riesgo país, la competitividad se está resintiendo.

Sostiene que «se están perdiendo aceleradamente los beneficios de la devaluación» y agrega que «desde el 11 de diciembre el tipo de cambio real multilateral perdió un 35% de su valor».

Esas dos caras del dólar son ciertas y encierran un punto clave sobre la discusión de la política cambiaria, pero que ahora aparece definida.

Milei anticipó que no va a devaluar porque cree que el tipo de cambio es el adecuado y que no avanzará en la liberación del mercado hasta tanto termine con el déficit «cuasifical» (el del Banco Central) que «de 10 puntos del déficit fiscal, ahora representa 4 puntos».

Y reforzó la apuesta a la actual política para el dólar en que «parece bastante cómico que tengamos que cambiar el crawling peg (devaluación al 2% mensual) cuando está toda la curva de futuros alineada con la política monetaria», un reflejo de que el mercado le está creyendo.

Pero una pregunta que formula ABECEB está en el centro de la discusión y es: ¿qué caminos tiene el Gobierno para lograr una salida de la recesión que no implique un atraso cambiario y un sesgo contra el sector transable (exportador)?

Y da una respuesta: «Levantar lo más rápido posible las restricciones cambiarias de forma de robustecer fuertemente los incentivos para atraer inversiones al sector transable de la economía».

Y ahí se desemboca en la cuestión medular: los gobiernos se enamoran del atraso cambiario porque es lo que les permite controlar la inflación para mejorar el poder de compra de los salarios y, por tanto, expandir el consumo.

El dólar atrasado le brinda confort a los gobernantes, pero la historia demuestra que ese estado es temporario y rápidamente vuelve a aparecer la escasez de divisas preanunciando un futuro difícil.

El Presidente Milei adelantó su visión sobre el futuro sin déficit fiscal y con superávit externo al calor de un tipo de cambio fijo que recobraría vigencia de la mano de la prohibición del Banco Central para emitir un peso destinado a financiar un rojo del Tesoro.

La apuesta se redondea con que los argentinos, en algún momento, echen mano a los dólares del «colchón», no solo, como ocurre actualmente con muchas familias, para poder llegar a fin de mes, sino también para apostar a alguna inversión.

Mientras tanto, el Gobierno sigue buscando US$ 15.000 millones del Fondo Monetario u otros organismos o fondos de inversión del exterior que le permitirían acelerar el levantamiento del cepo en un contexto de cambios fuertes y acelerados en el que el dólar, aunque con discusión, vuelve a jugar el rol central de ancla para los precios.

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