Todas las manos se toman las cabezas. Desde el palco de prensa, en esos pupitres blancos, se advierte la angustia en la platea. Sobre el césped, las imágenes son desesperantes. Javier Altamirano se desploma a los 27 minutos del primer tiempo y el fútbol pasa a un décimo plano.
Hay una vida en juego y el show no debe continuar, por más gente que haya en las tribunas. Enzo Pérez y Santiago Ascacibar abrazan al chileno. Los jugadores de Boca se acercan y forman parte del coro de gritos que lanzan sus colegas de Estudiantes. Piden una ambulancia que no tarda ni un minuto y medio, pero la espera parece eterna. Hay confusión y temor por la salud del volante chileno de 24 años que, según confirmó más tarde el doctor Hugo Montenegro, «convulsionó». La coyuntura ameritaba frenar la pelota. Por eso Fernando Echenique le bajó la persiana al partido.
El facultativo del plantel llevó tranquilidad cerca de las 23 en la puerta del Instituto Médico Platense, donde Altamirano llegó consciente y quedó internado en terapia intensiva como precaución. La tomografía dio «buenas noticias», de acuerdo al propio Montenegro, quien confirmó que este lunes por la mañana volverá a ser sometido a una batería de estudios para determinar la causa que derivó en su actual cuadro clínico.
La ambulancia se lleva a Altamirano al Instituto Médico Platense, a cuatro cuadras del estadio UNO. Foto: Maxi Failla Una hora antes, Chiche -como lo conocen en La Plata- generó una gran preocupación. Nadie entendía qué fue lo que sucedió. Su esposa embarazada bajó rápido, acompañada por un familiar. Según pudo averiguar Clarín, Altamirano recuperó la conciencia camino al sanatorio que está enfrente del estadio Uno. «Estaba excitado», comentaron. Y rompió en llanto. Tuvieron que sedarlo.
«Está bien, ya se determinó que tuvo una convulsión, ingresó al sanatorio, se le hicieron todos los estudios pertinentes, una tomografía que dio bien, y ya está dormido. Hay que complementarlos para saber la causa», afirmó Montenegro.
Hubo una gran madurez de parte del árbitro, Fernando Echenique, y los jugadores de Boca, más allá de que los hinchas de Estudiantes estallaron contra Edinson Cavani y Diego Martínez, ya que el técnico reunió a parte del grupo para dar indicaciones. El propio José Sosa, capitán del pincha, lo admitió en una conferencia de prensa que brindó en las entrañas del moderno estadio plantense.
«¿Y cómo vamos a estar?«, le recriminó a un periodista que lo interpeló. «Más que responder esta clase de preguntas, nos tenemos que poner en lugar del otro. Hay que agradecerles la paciencia a los árbitros y a los jugadores del equipo rival. Más allá del malentendido, estuvieron siempre con nosotros. Entiendo que, con todo el murmullo y los gritos para que atiendan a Javi lo más rápido posible, no se escuchó nada. Chiquito Romero se acercó, ahí hablé con Edi, y nos dijeron ‘estamos todos con Javi y con su familia’ y eso es bueno aclararlo», enfatizó el Príncipe, quien fue compañero del uruguayo en el Napoli.
Hubo insultos contra Cavani, y también, para el presidente de la AFA. «Chiqui Tapia botón», tronó en el Uno. Hasta que la calma llegó por los altoparlantes, que comunicaron que Altamirano se encontraba fuera de peligro, porque se temió lo peor.
Cavani reaccionó ante los silbidos de la gente. Foto: Maxi FaillaEn ese sentido, las lágrimas en el rostro de Enzo Pérez fueron conmovedoras. El susto que provocó la convulsión del chileno se prolongó en cada rincón de la cancha. Incluso dentro del vestuario, donde Eduardo Domínguez se encontró con un equipo en estado de shock.
Los jugadores de Estudiantes se retiraron a los vestuarios. Los de Boca, en cambio, permanecieron en la manga, a la espera de una definición. Echenique esperó el regreso de Sosa. «¿El pibe está bien?«, preguntó Martínez. «Lo importante es el pibe«, dijo Cavani. Y el capitán de Estudiantes dejó claro que el espíritu del fair play debía primar. Todos estuvieron de acuerdo y el árbitro suspendió el encuentro.
Enzo Pérez, desconsolado por la situación de su compañero.Entonces, el técnico utilizó sabias palabras para resumir el sentimiento generalizado. «Un poquito nos fueron contando en el vestuario. Tuvo otra situación en la ambulancia… Pero la vida va por otro lado. Nosotros lo queremos mucho a Javi, la señora está embarazada y los chicos estaban llorando. La familia de Estudiantes se movió rapidísimo. Nos tocó a nosotros, pero si les pasaba a otros, nos íbamos a solidarizar. A veces, es tan frívolo todo… No miramos la angustia y todo lo que conlleva, sabemos que ahora se nos va a ajustar el calendario, pero eso es secundario», reflexionó Domínguez.
En el mismo sentido se expresó Marco Angeleri. «Mucho más no hay para decir, lo primero en esta vida es la salud», sostuvo el manager del club, antes de partir rumbo al Instituto Médico Platense junto a los jugadores y dirigentes. También un puñado de hinchas se acercó a la puerta del nosocomio, interesados en el estado del jugador.
Altamirano llegó en agosto del año pasado a Estudiantes proveniente de Huachipato, donde debutó a los 17 años. Estudiantes le compró el 50% del pase y en los últimos tiempos, se ganó la titularidad con la camiseta roja y blanca. Sin ir más lejos, hace dos semanas hizo su primer gol en el pincha. Fue en el triunfo 2 a 1 ante Godoy Cruz en Mendoza.
El buen momento futbolístico del chileno llegó del otro lado de la Cordillera. A tal punto que Ricardo Gareca lo había convocado para disputar los amistosos de la Roja ante Albania y Francia. El técnico argentino, lógicamente, deberá desafectarlo, ya que por estas horas lo que está en juego es su recuperación.
Lo que empezó como una fiesta por los cumpleaños de Juan Ramón Verón y Carlos Bilardo, próceres pinchas, terminó abruptamente. Lo mejor de la noche, a fin de cuentas, es que Altamirano está bien. Y es el único resultado que importa de este Estudiantes-Boca con final abierto.