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Una jugada de Axel Kicillof despertó a Trump para dar su apoyo incondicional a Javier Milei

No fue ni la depreciación del peso frente al dólar, ni la caída de los títulos de deuda argentinos o el retroceso en el valor accionario de las empresas que cotizan en Buenos Aires o en Wall Street. No fue la economía ni las finanzas. Fue la política.

Y la política mundial la deciden dos grandes contrincantes: EE.UU. y China, más algunos estados nación con menor incidencia, pero con autonomía para alterar el destino de la gobernanza mundial, como es el caso de Rusia. 

Estados Unidos y China: Javier Milei versus Axel Kicillof

En ese contexto, las relaciones políticas internacionales juegan un papel relevante en un momento de alta tensión entre la administración de Donald Trump, que lanzó una guerra de aranceles, principalmente, contra China, mientras que el gobierno comunista de Xi Jinping no duda en continuar expandiendo su política económica conocida como la «Ruta de la Seda» y extiende su influencia en todos los países en los que en el pasado la hegemonía estadounidense no se ponía en duda.

Pues bien, en Argentina nunca estuvieron tan demarcados los dos bandos en pugna por la conducción de la Nación como en este momento.

Claramente, la administración de Javier Milei ata su suerte al destino de los Estados Unidos, cuya pelea por el dominio mundial frente a China es lo único que une a demócratas con republicanos, mientras que el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que se posicionó como el principal referente de la oposición a Milei, decidió sellar su futuro a la relación con la potencia asiática.

La necesidad del Estado argentino de más dólares que blinden la política económica trazada por los Manhattan boy’s de Luis Caputo generó muchas dudas entre el titular del Departamento de Estado norteamericano, Marco Rubio, que ocupa un puesto similar al del ministerio de relaciones exteriores nacional y también algunos reparo del jefe del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent.

Las dudas terminaron cuando el presidente Donald Trump, prestó atención a su asesor, Stephen Miller y a la secretaria de Seguridad, Kristi Noem, que le señalaron el avance del candidato peronista y sus «peligrosas relaciones», que quedaron fotografiadas y puestas en blanco sobre negro, el pasado martes en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires en ocasión del festejo de un nuevo aniversario del gobierno creado por Mao Tse Tung el 1 de octubre de 1949.

Donald Trump ratifica su apoyo para Argentina

Lo que se dialogó en el Salón Oval de la Casa Blanca por el expediente argentino fue si valía la pena perder un aliado, el único en la región sudamericana, a manos de la oposición kirchnerista, tan solo por unos dólares más y una incipiente corrida financiera y la respuesta fue claramente positiva para las expectativas del presidente Milei.

Milei es consciente de esa puja de poder mundial y ni paso a saludar por el evento chino en la Bolsa de Cereales. Tampoco se vieron figuras importantes de su gestión, a diferencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que envió una significativa delegación de dirigentes peronistas para celebrar la ocasión y pasar por el «besamanos».

No estaba Xi Jinping para encabezar el «besamanos» sino el embajador chino en Argentina, Wang Wei, que aceptó la galantería que, según el diccionario de la Real Academia Española, se realiza a las damas pero también a los poderosos como una forma de sumisión y lealtad. En La Plata afirman, fuera de micrófono, «exáctamente, el mismo ‘besamanos’que realiza Javier Milei con Donald Trump, que de liberal libertario, tiene bien poco».

Lo cierto es que en los elegantes salones con referencias al gobierno de China, uno de los primeros en llegar, fue Carlos Bianco, ministro de Gobierno bonaerense y el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Juan Martín Mena. Pero, fundamentalmente, estuvo realizando las presentaciones de todos los dirigentes peronistas, el que fuera embajador nacional ante China durante el gobierno de Alberto y Cristina Fernández, Sabino Vaca Narvaja, que es uno de los políticos más convencidos que el futuro del mundo le pertenece a China.

El triunfalismo que se escuchó de boca de varios dirigentes de Axel Kicillof y del peronismo bonaerense pensando en las próximas elecciones legislativas nacionales de octubre y proyectando para el año 2027 llegó a oídos de los funcionarios de Washington. Declaraciones que terminaron de convencer de la necesidad imperiosa de acudir en el rescate financiero de su aliado, Javier Milei, antes que tenga un nuevo y contundente revés en los comicios de octubre.

De allí, las declaraciones de esta mañana de Scott Bessent: «Argentina es un aliado sistémicamente importante para Washington en América Latina y aseguró que el organismo ‘hará lo necesario’, dentro de su mandato, para apoyar al país».

A través de una serie de mensajes publicados en la red X, Bessent sostuvo que «todas las opciones para la estabilización están sobre la mesa», entre ellas líneas de swap, compras directas de divisas y adquisición de deuda soberana en dólares mediante el Fondo de Estabilización de Cambio del Tesoro. Lo que sea necesario para que el oro de China no compre las voluntades futuras de Argentina.

Una contienda geopolítica mundial que tiene en Argentina un escenario importante.

Al igual que Milei, Kicillof es consciente de lo que está en juego y señaló en recientes declaraciones: «Hay algo que está muy establecido, que es que entre la economía estadounidense y la economía argentina hay más competencia que complementariedad. Mientras, por ejemplo, con la economía china, sin hablar de posicionamientos políticos ni ideologías, hay complementariedad. Porque lo que nosotros producimos, China lo necesita, y lo que produce China, nosotros lo compramos. De hecho, es un socio comercial importante de Argentina y de buena parte de América Latina. Nosotros le exportamos alimentos, materia prima, productos primarios y luego adquirimos productos industrializados»

Además, el gobernador bonaerense explicó: «Con la economía norteamericana no hay la misma complementariedad en todo el comercio bilateral. No es tan elevado. El alineamiento automático con las políticas estadounidenses tiene que tener en cuenta el interés nacional en materia económica, en materia culturalYo siento que porque yo hablaba de la libre determinación de los pueblos como un principio, le agrego otro de la política exterior, que es el multilateralismo. Un país en vías de desarrollo como Argentina, pequeño económicamente, lo que tiene que buscar son las asociaciones, cercanía, contacto, la complementación y la articulación con todos los países del mundo con base en su propia conveniencia. Esa, para mí, es la regla.»

Lo cierto es que si se adopta una definición clásica de Estado Nación como analizaba Max Weber o anota la politóloga Tatiana Kastounéva-Jean en «La soberanía nacional según la visión de Rusia», un componente esencial de la importancia de un país es su capacidad «estatal de definir su política interior y exterior de forma independiente, sin ninguna interferencia o influencia externa», no parece ser lo que ocurre en nuestro país.

Esa independencia parece haberse extraviado en la Argentina, donde los dos políticos más relevantes de su actualidad decidieron atar su destino y el de la Nación a dos enormes poderes en pugna que libran una batalla con final incierto.

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