En la Bolsa de Comercio de Córdoba, frente a unos 400 empresarios y en el marco del 125 aniversario de la institución, Javier Milei expuso un diagnóstico de la coyuntura económica en plena semana de tensión en los mercados. Pero lo más fuerte de su discurso no estuvo en los números, sino en una revelación política: dejó entrever que el desembarco de Federico Sturzenegger en el Gobierno fue prácticamente un pedido del Fondo Monetario Internacional.
El viernes 19 de septiembre, Milei se mostró ante el empresariado cordobés con su habitual retórica contra el intervencionismo estatal. Relató una charla que mantuvo con Kristalina Georgieva, titular del FMI, en Italia. Allí le explicó su visión sobre cómo las regulaciones que buscan forzar mercados competitivos terminan trabando el crecimiento cuando aparecen rendimientos crecientes en sectores concentrados. “Lo que había que hacer es desregular y liberar rendimientos crecientes y que eso iba a generar crecimiento económico. Imagínense que como había quedado la economía no la tenía muy cómoda a Kristalina Georgieva”, contó.
Tiempo después, ya en Nueva York y tras el saneamiento del Banco Central, aseguró que Georgieva le dio la razón: “Usted tiene razón”. Según Milei, la directora del Fondo puso a sus propios econometristas a testear la hipótesis y concluyeron que si se desregula, la economía crece.
El momento más llamativo del discurso llegó cuando reveló que la propia Georgieva le pidió sumar a Federico Sturzenegger como asesor para llevar adelante el proceso de desregulación. De ese modo, Milei dejó entrever que el actual ministro de Desregulación y Transformación del Estado –pieza central de su gabinete– fue promovido por el FMI, reforzando la percepción de que la política económica argentina se define más en Washington que en Buenos Aires.
La anécdota, contada con entusiasmo, dejó un trasfondo inquietante para muchos empresarios: mientras el Presidente promete libertad y crecimiento, reconoce también la dependencia estructural del país frente al Fondo en medio de un escenario de deuda agobiante. En Córdoba, Milei buscó transmitir confianza, pero terminó exhibiendo la fragilidad de su propio poder económico.