InicioDeportes8 hábitos que te hacen quedar como un maleducado en el gimnasio

8 hábitos que te hacen quedar como un maleducado en el gimnasio

Se acercan los meses de calor y la cantidad de afiliados en los gimnasios aumenta exponencialmente. Rutinas de cardio extremas, objetivos inalcanzables y con ello, malos modos y, sobre todo, atrevimientos.

De la misma forma que ocurre en otros ámbitos de vida, en los centros de entrenamiento también hay ‘códigos’ implícitos que se deben seguir. Quitarse la remera, andar descalzo, ofrecer ayuda/consejos sobre cómo se hacen los ejercicios o sacarse fotos, son algunos de los dilemas que disparan los nuevos asistentes que no acostumbran moverse en ese círculo ‘fit’.

Años atrás el Consejo Americano de Ejercicio (ACE, por sus siglas en inglés) realizó una encuesta a más de mil personas que habían sido socios de gimnasios y dejaron de serlo. Entre las respuestas recopilaron que el 46 por ciento de los encuestados reconoció dejar de ir al gimnasio porque ‘siempre hay demasiada gente’ y que, en orden de inconformidad, el segundo motivo se debía a las malas costumbres de los asistentes (por ejemplo, no limpiar una máquina después de usarla o no dejar que otros la usen).

¿Qué es lo que se permite y qué es lo que está mal visto? A continuación, especialistas y habitués de estos sitios desglosan las acciones más recurrentes y explican cómo son recibidas por los colegas.

Hace relativamente poco tiempo era una conducta exclusiva de influencers que sacaban provecho de los gimnasios para hacer contenido sobre sus rutinas de bienestar; ahora, dejó de serlo: principiantes, deportistas, profesores y creadores de contenido implementan este recurso por diferentes motivos.

Francisco Piperatta, entrenador de famosos conocido como ‘oso trainer’ y director de San Juan Tenis Club, es tajante: “Para pavear no da grabar. En los gimnasios se suelen desatar problemas por gente que se graba en vestuarios o haciendo rutinas porque los que están circulando cerca son filmados sin su consentimiento”.

También añade que son objeto de desconcentración para quienes intentan seguir la cuenta de las series que van haciendo o que “van a entrenar en serio”, añade.

Quienes sí se salvan de esta regla son los entrenadores que, según explica Piperatta, suelen filmar a sus clientes para marcar errores.

Principiantes, deportistas, profesores y creadores de contenido se acostumbraron a sacar fotos y hacer videos dentro de los gimnasiosShutterstock

Nadie es dueño de ninguna máquina es una de las grandes disputas que se dan día a día en estos sitios. El código implícito es que todos tienen derecho a hacer uso de las instalaciones y que hay que aprender a compartir. En caso de quienes hacen varias series seguidas en una misma estación o se toman periodos de descanso allí con el celular, conviene que tomen sus pausas en otro sitio o estén atentos a si alguien cercano está esperando para usar ese espacio.

“Permitir que otros trabajen en la misma área es una muestra de respeto y ejemplo de camaradería”, anticipa Luciano Aguilera, preparador físico y fundador de Ciech Running Team. La misma reflexión, explica, aplica para quienes se acercan a las máquinas que acaban de ser usadas y cambian los pesos sin consultar si el equipo ya está disponible.

A menos que alguien esté en peligro y haya que interrumpirlo de manera urgente, esto no está bien visto. “Hay personas que usan máquinas para las que no están capacitadas o que son para atletas de alto rendimiento; en esos casos hay que frenarlos o advertirlos, pero siempre como norma se entiende que la ayuda viene de parte de un profesional”, señala Piperatta.

En el caso de los novatos que aconsejan, agrega: “No saben lo que indican y terminan cometiendo dos errores en vez de uno: primero, aconsejan mal a la otra persona y, en segundo lugar, nadie les solicitó ayuda”.

Son apodados los ‘fantasmas’ de los gimnasios; entiéndase el adjetivo como sinónimo de fingir, exagerar o aparentar algo que no se es. “En ámbitos como estos, por ejemplo, puede aplicarse a quienes hacen poses y se sacan la remera para ‘figurar’ o hacerse los que tienen recorrido», declara Simón Crivocapich, fisicoculturista amateur de 28 años.

“Sacarse la remera es inaceptable y suele estar mal visto. Ahora, también está pasando mucho que se sacan las zapatillas porque dicen que tienen un mejor agarre con los pies para hacer ejercicios, pero tampoco se puede hacer”, destaca Aguilera. Para él, hacer esto conlleva riesgos tanto para quien lo hace como para el gimnasio ya que se expone a lastimarse con algún elemento pesado, lo que puede terminar en un problema legal.

En los espacios de entrenamiento sacarse la remera está mal vistoUfaBizPhoto – Shutterstock

En esto, ambos entrenadores son tajantes. “Siempre, sin excepciones”, dice Piperatta. Hacerlo, señala, es una muestra de respeto por los colegas y por el lugar; revela también que es ideal hacerlo incluso si se usaron poco los elementos del lugar o si no se transpiró.

Aunque varios de estos centros ofrecen toallas, trapos y alcohol para limpiar, Piperatta refuerza: “No está demás llevarse estos productos por cuenta propia en el bolso de entrenamiento”.

Aguilera hace énfasis en que −de manera parecida al punto dos− siempre que se usen elementos como mancuernas, tobilleras, colchonetas y discos, se deben regresar a su lugar una vez finalizado su uso. Esta pauta colabora con el orden y la organización del establecimiento.

Gruñir, gimotear y gritar al cargar mucho peso puede ser útil para quien lo hace, pero no para los que están alrededor escuchando. Aguilera explica que es un acto mal visto y de exageración, salvo en los casos de atletas que hacen levantamiento extremo.

El mismo código de entendimiento se aplica a aquellos que dedican su estadía a realizar llamadas telefónicas o mandar audios en voz alta. “Hay un chico en mi gimnasio que, desde que entra hasta que sale, se la pasa mandando audios sobre su trabajo y como se va moviendo por todo el lugar es imposible que no te distraiga”, cuenta Sofía Bellategui, de 23 años.

Tercer punto, pero no menos importante: al igual que ocurre con los audios de voz, nadie quiere estar desconcentrándose con música, podcasts o videos que son reproducidos en voz alta. Y combatirlo es simple, solo basta con usar auriculares.

Al igual que ocurre con los audios de voz, nadie quiere estar desconcentrándose con música, podcasts o videos que son reproducidos en voz altaShutterstock

“Llegar tarde es una falta de respeto no solo al profesor que está dictando una clase, sino también a los compañeros”, reconoce Piperatta. Añade, además, que hacerlo implica ralentizar el ritmo de la clase porque el instructor deberá explicar los ejercicios previos o indicar una entrada en calor.

“Algunos también llegan y se cruzan por todo el salón para buscar colchonetas o elementos que están adelante y terminan rompiendo con la dinámica de la clase”, agrega y, a la par, añade que lo mismo se desencadena cuando se retiran antes de tiempo.

Es un ámbito en el que la línea entre la motivación para entrenar y el apoyo emocional se vuelve difusa. Hay entrenadores que, además de dar correcciones técnicas y armar rutinas, escuchan los motivos por los que sus clientes asisten al gimnasio. Se convierten, cada vez más, en confidentes y terapeutas improvisados.

De acuerdo con Piperatta, los profesionales que se incomodan con esto suelen conversarlo y establecer límites. Sin embargo, agrega, no es lo usual. “En general nos lo tomamos bien porque entendemos que más allá de trabajar con objetivos de salud y estéticos, lo que hacemos tiene un impacto directo en la autoestima. No por nada solemos ser personas bastante motivadoras”, dice.

Por último, sentencia: “Cuando van progresando y se sienten mejor, se acercan y capaz te dicen ‘tal cosa que me dijiste me levantó mucho el ánimo o me ayudó a quererme’ y ese tipo de reconocimientos es de lo más lindo que trae la profesión”.

“Entendemos que más allá de trabajar con objetivos de salud y estéticos, lo que hacemos tiene un impacto directo en la autoestima”, dice PiperattaShutterstock
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