En Argentina, la natalidad tuvo una caída histórica en la última década, que se explica en gran parte por la disminución de la tasa de fecundidad adolescente. Pero hay más razones: limitaciones económicas, desigualdades y falta de una pareja adecuada son otros de los motivos que llevan a tener menos hijos en Argentina.
En tiempos en los que se cuestionan los índices de natalidad, el Fondo de Población de Naciones Unidas publicó un informe en el que asegura que «la verdadera crisis de fecundidad» no es la sobrepoblación ni la baja natalidad sino la imposibilidad de ejercer la libertad reproductiva.
«Millones de personas no pueden tener la cantidad de hijos que desean, pero no porque rechacen la paternidad; las barreras económicas y sociales se lo impiden«. Es la principal conclusión del informe “La verdadera crisis de la fertilidad: La búsqueda de la autonomía reproductiva en un mundo cambiante”.
El informe revela que una de cada cinco personas en el mundo supone que no podrá tener la cantidad de hijos que desea. Entre los factores clave se incluyen «el costo prohibitivo de la paternidad, la inseguridad laboral, la vivienda, la preocupación por el estado del mundo y la falta de una pareja adecuada». El informe asegura que «la combinación tóxica de precariedad económica y sexismo» influye en muchos de estos problemas.
“Un gran número de personas no puede formar las familias que desea -dice Natalia Kanem, Directora Ejecutiva de UNFPA-. El problema es la falta de opciones, no el deseo, con graves consecuencias para las personas y las sociedades. Esa es la verdadera crisis de fertilidad, y la solución reside en responder a lo que las personas dicen necesitar: licencia familiar remunerada, atención de fertilidad accesible y parejas que las apoyen”.
Algunos datos del informe: más de la mitad de las personas afirman que los problemas económicos son un obstáculo para tener tantos hijos como deseaban; una de cada cinco personas declara haber sido presionada para tener hijos cuando no quería y una de cada tres ha tenido un embarazo no deseado; el 11 % afirma que la desigualdad en la carga de cuidados dificulta la capacidad para tener hijos.
La situación argentina
De acuerdo a los datos de la Dirección de Estadísticas e Información de la Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación, en Argentina la natalidad viene descendiendo en el país desde 2014: mientras que en ese año se registraron 777.012 nacimientos, en 2023 fueron 460.902.
“Esta baja fue impulsada principalmente por una disminución del 60% de la tasa de fecundidad adolescente en la última década, lo cual es una muy buena noticia que permite que estas niñas y adolescentes puedan terminar la escuela, y tengan la posibilidad de acceder a mejores trabajos y, si después de adultas quieren ser madres, puedan decidirlo y concretarlo -asegura Mariana Isasi, Jefa de Oficina de UNFPA Argentina-. Deben ofrecerse las condiciones necesarias para que quienes desean tener hijos efectivamente puedan tenerlos”.
Si bien hay personas que deciden no tener hijos, también están quienes se sienten privados de la posibilidad de tenerlos. “Cuando respetamos las elecciones de las personas –agrega Isasi–, tanto los individuos como las sociedades se benefician”.
Según un estudio de Voices, WIN y UADE, en Argentina, cinco de cada diez mujeres de 18 a 24 años no considera la maternidad para sus planes futuros. En coincidencia con el informe de UNFPA, responden que no desean tener hijos, que no cuentan con la capacidad económica para mantenerlos, que no se consideran preparadas para ser madres y ponen el foco en el desarrollo de su vida profesional y la preferencia por enfocarse en su vida o su vida con su pareja.
UNFPA destaca otros datos: en Argentina, el 41% de las empresas no ofrece flexibilidad horaria para asistir a controles médicos durante el embarazo; 8 de cada 10 mujeres sostienen que es difícil sostener trabajo y lactancia; las madres dedican el doble de tiempo que los padres al cuidado de los hijos (8 horas contra menos de 5).
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¿Cómo abordar la «crisis de fecundidad»?
El informe de UNFPA advierte contra las respuestas simplistas o coercitivas a la disminución de las tasas de natalidad, como las primas por nacimiento de bebés o los objetivos de fertilidad, señalando que estas políticas son en gran medida ineficaces y pueden violar los derechos humanos.
En cambio, insta a los gobiernos a empoderar a las personas para que tomen decisiones reproductivas libremente, lo que incluye invertir en vivienda accesible, trabajo decente, licencia parental y una serie completa de servicios de salud reproductiva e información fiable. También, ampliar el acceso a la paternidad a las personas LGBTQI+ y solteras.
Propone abordar las formas en que la desigualdad de género socava las opciones familiares, incluyendo: normas laborales que expulsan a las mujeres del trabajo remunerado; falta de licencias flexibles remuneradas para hombres; falta de guarderías; restricciones a los derechos reproductivos y actitudes de género divergentes entre hombres y mujeres jóvenes, que contribuyen a la soltería.
La tasa global de fecundidad bajó de 5 hijos por mujer en 1950 a 2,25 en 2024. Se prevé que llegue a 2,1, que es el nivel de reemplazo poblacional, en 2050. Sin embargo, «este descenso no debería alarmar por sí mismo, sino analizarse en el contexto de mayor longevidad, mejoras médicas y acceso a anticonceptivos -concluye UNFPA-. Se necesitará una combinación adaptada de medidas económicas, sociales y políticas en cada país para ayudar a las personas a formar las familias que desean».