Los diagnósticos de tuberculosis aumentaron un 38% solo en lo que va de este año y con respecto a las notificaciones promedio de los cuatro años anteriores. En los primeros tres meses de registros oficiales conocidos este lunes, en el país se confirmaron 3488 casos de la enfermedad, comparado con un promedio de 2530 desde la pandemia de Covid y hasta el año pasado.
“La tendencia de notificación de casos, después del impacto de la pandemia, ha mostrado un incremento constante que supera el 10% anual por cuarto año consecutivo, lo que reafirma la situación de alarma en relación con la carga de tuberculosis en el país”, describió ya el mes pasado el Ministerio de Salud de la Nación al dar a conocer que las provincias habían notificado 16.647 casos de tuberculosis (más del 90% nuevos diagnósticos o recaídas) durante 2024.
Al actualizar ayer esa tendencia para lo que va de este año, con datos hasta la semana que finalizó el 5 de este mes, informó una diferencia en casi mil casos más que el promedio que se venía detectando en el primer trimestre del año desde 2020.
Este fin de semana, cerró preventivamente uno de los paradores de la Ciudad para personas en situación de calle luego de que se confirmara la infección en un hombre de 50 años que estaba alojado ahí desde febrero, como publicó LA NACIÓN. Del otro lado de la avenida General Paz, en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), nueve municipios concentran el 30,6% de los casos detectados en la provincia: es la región sanitaria formada por Avellaneda, Lanús, Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, Lomas de Zamora y Quilmes, uno de los principales conglomerados urbanos del país.
El año pasado, junto con Jujuy, Salta, Formosa y Chaco fueron las jurisdicciones que más casos notificaron al tener en cuenta la cantidad de población (por encima del promedio nacional de 33 casos por cada 100.000 habitantes).
La turberculosis es una infección respiratoria causada por una bacteria (Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch) que transmite una persona enferma al hablar, estornudar, toser, escupir. En el 85% de los casos nuevos o con recaída el año pasado, la enfermedad afectó directamente los pulmones (puede ser extrapulmonar). Causa tos con catarro, fiebre, dolor en el pecho, sudor al dormir, sensación de cansancio permanente o pérdida de peso/apetito.
Ese es uno de los motivos por los que los médicos suelen aconsejar no demorar la consulta si aparece tos que persiste (15 días o más) o con sangre. El tratamiento antibiótico lo entrega el Estado a través de la cobertura de cada paciente y dura, inicialmente, seis meses. No debe interrumpirse y se tiene que ir monitoreando si da resultado porque también frena la transmisión.
“A pesar de la importancia de la evaluación del tratamiento, en la Argentina, uno de cada cuatro pacientes no cuenta con información sobre su resultado terapéutico. En la provincia de Buenos Aires, esta proporción aumenta a uno de cada tres y, en la región sanitaria [de nueve municipios del conurbano], uno de cada dos pacientes no tenía registrado su resultado final del tratamiento”, concluyó el monitoreo oficial difundido el mes pasado, a propósito del Día Mundial de la Tuberculosis.
Para Mario Rovere, director de la Escuela de Gobierno en Salud Floreal Ferrara de la provincia de Buenos Aires, se está atravesando “un cataclismo mundial” con esta enfermedad, con el retiro de un agencia del gobierno de Estados Unidos de la cooperación mundial para el control de la tuberculosis y el VIH/sida. “El marco general es de enorme preocupación -indicó a LA NACIÓN-. El gobierno nacional tomó acá un camino parecido al del gobierno estadounidense con el cambio de las estructuras del Ministerio de Salud.”
Rovere explicó que la tuberculosis, como enfermedad, “es muy especial” porque al ser causada por una micobacteria “es de reproducción muy lenta”, igual que el efecto de los antibióticos que se utilizan para tratarla. “Se necesita la constancia de seis meses de tratamiento”, dijo.
De ahí la importancia que le asignó a la cartera sanitaria nacional en la respuesta al aumento sostenido de los casos. “La tuberculosis es una enfermedad infecciosa, pero crónica, y los pacientes se mueven hoy entre provincias e, inclusive, países, en los que también tienen esquemas de tratamiento distintos. Por eso la coordinación nacional de tuberculosis, que estaba junto con lepra, es indelegable del gobierno nacional”, explicó.
Jimena Falco, coordinadora de la Sección Tuberculosis de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR), señaló que más allá de que puede estar mejorando la notificación de casos, y de ahí que haya un incremento mayor en lo que va del año, la cantidad de pacientes que llegan a la consulta con la enfermedad está creciendo.
“Estamos lejos de la meta mundial de que la tuberculosis deje de ser un problema de salud pública para 2030 porque los casos aumentan año a año y es muy alto todavía el subdiagnóstico: por cada caso notificado, hay dos o tres que pasan desapercibidos. Para mejorar, hay que salir a buscarlos”, insistió Falco, que también es neumonóloga del Hospital Muñiz, el Instituto de Tisioneumonología Raúl Vaccarezza y el Sanatorio Güemes.
También, como sucede con la sífilis o el Chagas, la especialista señaló que el principal obstáculo para revertir la tendencia epidemiológica local es pensar que la enfermedad ya no existe. “Y si no se piensa, no se la busca”, agregó.
Prueba de eso es que describió que lo más común es que los pacientes lleguen a la consulta con la enfermedad avanzada, cuando aumentan los síntomas, por lo que también estuvieron transmitiendo el bacilo tuberculoso a más personas.
“Por lo general, pasa más de un mes hasta que consultan y ahí aumenta el riesgo de contagio”, continuó Falco. Situación de pobreza, hacinamiento y mala alimentación surgen al preguntar sobre condiciones de riesgo que puedan estar asociadas. “La tuberculosis es más común en las edades productivas de la vida: la mayoría son hombres y adultos jóvenes, de entre 17 y 44 años, con un aumento en los adolescentes y con casos avanzados”, alertó.
A partir de un caso diagnosticado, la búsqueda de posibles contagios es en el domicilio del paciente, con quienes convive, y el lugar donde trabaja o frecuenta. La especialista de la AAMR definió ese contacto como de “más de cinco horas diarias” con la persona enferma.
“Por eso es tan importante promover la búsqueda de casos entre los contactos, pedir una placa de tórax e indicar otras pruebas, controlar a los chicos y cortar la cadena de contagios -dijo Falco-. Por cada paciente, hay que pensar que puede haber otros dos casos más activos y que pueden pasarse por alto por tener síntomas que son leves.”
El calendario nacional de vacunación incluye una dosis única de la BCG en los recién nacidos para prevenir formas graves y meningitis tuberculosa si se diera un contagio. Pero, la vacuna, “no evita enfermar”, según aclaró la profesional. “Tenemos números altos de tuberculosis y, en este escenario, lo recomendado es, siempre, a quien tiene tos con catarro más de 15 días hacerle un estudio de expectoración para la búsqueda de tuberculosis”, refirió.
Rovere insistió en que es una enfermedad en el que “la disciplina, el orden, la regularidad y la nominalización [de los casos] hace la diferencia, mucho más que las drogas”. Y sumó a esto otro problema creciente asociado a la discontinuidad del tratamiento: la resistencia a una o más de las drogas utilizadas. “Es exponencial el aumento del costo de tratar la tuberculosis multirresistente, que puede ser de hasta 15 veces más alto.
El mayor riesgo hoy, según mencionó, está en las personas institucionalizadas, que viven en barrios con hacinamiento, que trabajan en talleres clandestinos y, también, la desnutrición. El VIH, en tanto, aumenta el riesgo de contraer tuberculosis y, a la vez, duplica su gravedad, en el caso de contraer la infección.
“Una medida importante ya sería que se sepa que la tuberculosis existe, con más difusión de los síntomas respiratorios que hay que reconocer y sirvan de alerta a la comunidad para ir a un centro de salud”, planteó Falco. “Los médicos de familia están entrenados en interpretar una radiografía de tórax y sospechar de una imagen. No se necesita un neumonólogo para indicar una baciloscopía de esputo para una diagnóstico rápido. Hay que pensar en la tuberculosis para ir a la búsqueda de los casos”, finalizó.
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