Cada día, generamos una gran cantidad de residuos en nuestros hogares: botellas, papel, cartones, restos de comida; todo termina en bolsas que sacamos a la vereda o colocamos en cestos, esperando que alguien las recoja. Mientras la ciudad está en marcha, incluso durante la madrugada, decenas de recolectores de residuos de Urbana recorren Comodoro y Rada Tilly, enfrentando desafíos físicos, climáticos y también sociales que pocos conocemos. La realidad es que se trata de una labor física y social que conecta a toda la comunidad con el objetivo de mantener las calles limpias y seguras.
En la base, once camiones esperan con sus balizas encendidas, mientras la música anima a los cincuenta trabajadores que se preparan para subir a bordo de los once camiones. El frío de la noche puede ser más intenso, pero la energía y el ritmo de la música que suena en cada unidad los motivan para enfrentar la jornada que se extenderá hasta las 3:00 a. m. En este ambiente nocturno, comienza el turno de los recolectores de residuos, un trabajo esencial que mantiene la ciudad limpia mientras todos duermen.
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Con viento, frío o nieve el trabajo se hace igual.
«Todo lo hacemos corriendo, son varias cuadras por día. Estamos para correr una maratón», comenta con humor Víctor Barrientos, que tiene veinticinco años de servicio en la empresa. «Corrió» -como dice él- durante catorce años y ahora es chofer.
“Al principio cuesta, especialmente a los chicos nuevos, pero una vez que le agarras el ritmo, te sirve mucho para el cuerpo y para andar bien físicamente. Si andamos bien alimentados, aguantamos bastante”, explica José Cárcamo, que va “colgado” de la parte trasera del camión.
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LOS DESAFÍOS
“Trabajamos haga viento, llueva o nieve; nos mantenemos con precaución siempre. Hay gente que deja chapa o algo suelto y eso da un poquito de miedo cuando estamos trabajando”, explica José. Si bien la basura domiciliaria es lo que más recolectan a diario, también suelen llevarse algunas sorpresas cuando los vecinos dejan vidrios rotos en las bolsas, y los chicos suelen lastimarse. José pide más conciencia: «si hay vidrio o inyecciones, deberían envolverse en cartón o diario para evitar accidentes». “Hay gente que tiraba hasta perros muertos”, agrega Víctor.
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¿MENOS DESPERDICIOS?
Los domingos son los días de mayor actividad, porque se juntan los residuos del día sábado, que es de descanso para los trabajadores. Sin embargo, de unos años a esta parte, se nota que la cantidad de basura que genera la gente ha disminuido. “Ahora no hay tanto consumismo como antes”, observa José. “Antes se tiraba mucha comida; hoy ya no se ve tanto eso.”
En bolsas aparte, todavía hay gente que les deja ropa o zapatillas que están en buen estado y ellos pueden aprovechar. “Porque a nosotros un par de zapatillas nos dura unos tres meses”, estima Víctor. “Lo que podemos guardamos, después se ve a quién se lo podemos repartir: algún familiar, un amigo. Son cosas útiles que todavía se les puede dar otra oportunidad”, cuenta José.
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Los trabajadores destacan que también en algunos barrios los vecinos han comenzado a separar mejor sus residuos, algo que facilita mucho el trabajo diario.
“DOMADOR DE PERROS”
Con paciencia y dedicación, José logró ganarse la confianza de los perros, que suelen ser los grandes enemigos de los recolectores. “Cuando se me acercan, les doy comida que la gente va dejando; ya me conocen y ladran solo por hambre”. Pero no solo perros y gatos son los que rompen las bolsas de basura de los cestos; ahora se han sumado los zorros, que suelen circular por la zona urbana de Rada Tilly. “Andan en la calle como perros”, dice Víctor.
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Aunque muchos los llaman «basureros», ellos prefieren ser reconocidos como recolectores. «Recolectamos los residuos de la gente; estamos acostumbrados. No pasa nada», bromea. «Los vecinos reconocen nuestro trabajo. A veces, con una gaseosa o jugo para las fiestas, como muestra de gratitud, pero siempre son los chicos los que nos muestran su cariño. Se sacan una fotito o vienen a tirar su basura; algunos nos regalan chupetines», cuenta José.