El año 1986 fue histórico para River por varios motivos; no solo ganaría el campeonato local, sino que también conquistaría la Copa Libertadores y la Intercontinental.
Pero hubo un hito que quedó para siempre en la retina del hincha, y que ocurrió un 6 de abril de 1986. Un Superclásico pendiente en La Bombonera, una pelota de un color inusual y una vuelta olímpica fueron los condimentos de una velada millonaria ideal.
6 de abril de 1986: el día que River dio la vuelta olímpica en La Boca
River había salido campeón de ese torneo tres fechas antes de enfrentarse a Boca; se consagró ante Vélez, donde no pudo dar la vuelta por invasión de cancha, jugó contra Gimnasia de La Plata y recibió a Deportivo Español en el Monumental.
Desde 1982 que el equipo de Núñez no visitaba La Bombonera. En ese contexto, el Presidente de Argentina en aquel entonces, Raúl Alfonsín, le pidió al presidente de River, Hugo Santilli, que no dieran la vuelta olímpica en la cancha de Boca.
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Si bien tras un debate en el vestuario se llegó a la conclusión de que no la iban a hacer, el ataque de los hinchas del Xeneize al micro de River enfureció a los jugadores, que tomaron la decisión repentina de dar la vuelta antes de iniciar el partido. Así quedó una imagen para la historia, de un momento que sirvió para calentar el ambiente de un ya caliente superclásico.
Por qué se jugó con una pelota naranja aquel día
“Hoy Dios habrá dicho: ´Beto, te toca a vos´. Y metí dos goles. Cuando me contaron que se jugaba con una pelota de ese color, me dio igual: yo sabía que el Loco la iba a terminar yendo a buscar adentro”, declaró Norberto «Beto» Alonso, figura del encuentro. Con el «Loco» se refiere a Hugo Orlando Gatti, arquero de Boca que pidió jugar el partido con una pelota naranja, ya que creía que iba a confundirse con los papelitos que tiraba la hinchada.
Entonces la historia se dividió en dos; el primer tiempo con pelota naranja, el segundo con la blanca. En ambos marcó Alonso, y la postal más recordada de aquel encuentro fue el cabezazo que metió a los 31′ de la primera mitad, cuando envió el esférico anaranjado al fondo de la red.
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El trámite del partido fue parejo; River, sin su figura (Enzo Francescoli), golpeó en los momentos justos, mientras que Boca no pudo convertir en el arco que cuidaba Nery Pumpido. Luego de finalizado el partido, pasaron más de 20 años sin que se conociera el paradero de la mítica pelota.
Finalmente, en la década de 1990, Francisco Lamolina, árbitro de aquel cotejo, donó la naranja al Museo River, donde está expuesta actualmente.