InicioDeportesTruchas santacruceñas: de lago, criollas y de las otras

Truchas santacruceñas: de lago, criollas y de las otras

La pesca no sólo es capturar peces: es descubrimiento, desafío, aventura, innovación y aprendizaje permanente. Quien diga que la tiene clara, que sabe o entiende todo, miente. Debe de ser la actividad más incierta y dinámica, y en la que más se nos queman los papeles y fracasan las recetas. 
Viajamos en esta oportunidad a El Calafate, un destino más vinculado al turismo de glaciares y trekking que pesquero, pero Miguel Almandoz, de Calafate Fishing, nos propuso intentar con el menú de opciones que presenta la zona de truchas, bocones, percas y salmones Chinook. Una propuesta irresistible.

Desde Chile

Los salmones fueron llegando a este lado del continente, provenientes del Pacífico chileno, por el Estrecho de Magallanes. Remontan por el río Santa Cruz aprovechando las grandes pleamares de octubre de cada año para recorrer unos 385 km hasta el lago Argentino. Allí se desparraman. Las primeras apariciones en el río Caterina datan de 2010, pero pueden haber llegado antes y recién en ese año se pescaron los primeros. 

Los que no quedan en los tributarios del lago Argentino remontan unos 90 km más por el río La Leona y llegan al lago Viedma y sus cursos tributarios (río Guanaco, De las Vueltas y otros). Se trata de una especie eurihalina, anádroma y semélpara, es decir que se adapta a la distinta salinidad del agua, migra para aparearse remontando cursos de agua y en su vida tienen un sólo episodio de reproducción para morir luego de ello. Para pescarlos con éxito hay que buscar los pozones donde pueden estacionarse en su run migratorio o en las bocas de los ríos por donde suben. Están en fase reproductiva cuando entran al agua dulce, así que no hay que tentarlos con un bocado; hay que irritarlos con artificiales que los molesten (cucharas de spinning grandes, ondulantes o giratorias, y moscas voluminosas de coloración llamativa). En cuanto al spinning, los equipos deben ser de unas 40 libras de potencia (1 lb = 0,454 kg) , con buena reserva de multiflamento, y los anzuelos y anillas de los artificiales deben de ser de buena calidad, porque si no se abren durante la pelea; lo mismo para las moscas. No nos olvidemos de que pueden fácilmente superar los 20 kilos. En este caso, la potencia de los equipos de mosca deberá ser como mínimo #8 y hasta un #10. No es raro dar con buenas truchas marrones siguiendo las remontas del Chinook comiéndose las ovas.

Un curioso salmónido    

La otra especie novedosa, al menos para nosotros, es el bocón o trucha de lago, también conocida como, lakers, trucha Mackinaw, siscowet, togue o trucha gris, cuyo nombre científico es Salvelinus namaycush, Se trata de un particular salmónido originario de los espejos de agua fría de Canadá, los Grandes Lagos del noroeste de EE.UU. y de Alaska. Fue introducido en estas aguas hace muchos años y encontró condiciones ideales para sus requerimientos de temperatura, oxigenación, profundidad y alimentación. Es una especie ovípara, no migratoria. Desovan en aguas quietas y profundas de los lagos y los huevos se van a los fondos de grava y piedra, no quedan en aguas corrientes, como los de otros salmónidos. Se alimenta de una amplia variedad de organismos pero a partir de llegar a los 25-30 cm, el sustento principal es otro pez, siendo muy proclives a comer alevinos e incluso juveniles de otras especies. La coloración de sus flancos es grisáceo verdosa y jaspeado amarillo claro, muy similar a la de una fontinalis fuera de su etapa de fresa o a la de un lucio. Las aletas de los machos durante la fresa se pueden tornar de color rojizo amarronado, aunque el abdomen permanece claro. Al igual que las fontinalis, las aletas pectorales, pélvica y anal tienen un borde anterior blanco. 

Son peces de desove otoñal, la eclosión de los huevos se da al final del invierno y comienzo de la primavera. Prefieren las aguas hondas y se mueven entre 15 y 50 metros de profundidad. En primavera y otoño ascienden en la columna de agua para buscar pequeños peces en bocas y orillas, esos son dos buenos momentos para capturarlos con cucharas, señuelos o moscas de orilla, vadeando o desde un bote. Viven muchos años (más de 50) pero son de crecimiento muy lento, por eso sus poblaciones son muy susceptibles a la sobrepesca y eso hace más importante su devolución. Muy difundido en Canadá, EE.UU., Alaska, Finlandia y Noruega, donde han llegado a capturar ejemplares de gran porte. El récord mundial es de 72 libras (32,6 kg) pero en lago Argentino lo común es capturar bocones de entre 3 y 10 libras. Igualmente, sorpresas mayores siempre puede haber. Esto es pesca. 
Son peces que, una vez prendidos no saltan, pero tiran con fuerza en corridas largas dando cabezazos que se transmiten hasta el corcho de la caña. Mejores condiciones para pescarlos es cuando las aguas rondan los 10 °C o menos. Lo ideal es oponerles equipos de mosca de potencia #7 a #8 con líneas de hundimiento y estrímeres grandes que pueden ser Clouser Minnow, Deceiver o Whistler, en tamaños de hasta 3/0 o 4/0 y otras moscas de buena silueta. En nuestro caso funcionó muy bien la Bling Zonker un estrímer atado con Bling Rabbit Stripps (que es la tira de conejo pero con la parte de abajo holográfica, imitadora de escamas, ideal para un pez que se alimenta de otros y que observa desde abajo). 

La trucha más criolla

Otra especie que abunda en estas aguas es la trucha criolla o perca (Percichthys spp.). Es bien nuestra, autóctona, con miles de años de evolución y adaptación a la Patagonia (las percas están desde tiempo inmemorial, las truchas unos 120 años, nada para la historia de la evolución). Además es un pez bastante interesante, que cuando es de gran porte, brinda buenas sensaciones de pesca. Y no está nada mal dedicarle tiempo, atención y lances de mosca a estas truchas criollas. Está bien claro que difiere en dotes deportivas con las introducidas. No es ni tan ágil, ni tan rápida como un salmónido, pero hacerla tomar una mosca y pelearla es un interesante desafío. 

Lo hicimos vadeando en esta ocasión, caminando las orillas reparadas del lago. Una forma de pesca que no es tan confortable como desde el bote, pero que es muy rendidora por que se copian mejor los veriles. Y además permite trabajar a fondo un pesquero cambiando moscas, modificando velocidades y cadencias de recupero, buscado a distintas honduras e insistiendo hasta dar con el pique y los peces.
Los equipos empleados fueron de potencia #5 y #6 con líneas de hundimiento y líderes del orden de los 5 pies terminados en tippet 1X y 2X. No son fáciles de hacerlas tomar, las hemos visto ignorar y rechazar moscas. Esto nos indica que, aunque estén presentes, no hay garantía de ataques. Les gusta la hondura como a los bocones y allí patrullan generalmente fondos o veriles, y eligen qué imitación atacar y cuál dejar pasar de largo. Estrímeres montados en anzuelos Nº 6 a 10 como Woolly Buggers y sus variantes, Zonkers y Leechs, son muy efectivas. Colores oscuros: negro, verde y marrón son apropiados y a veces el naranja rinde también. La combinación de dos tonos es muy bueno y los estrímeres con cabeza de huevito, como en la Egg Sucking Leech, nos dieron buenas capturas. Como hay que buscar hondura, es interesante que los artificiales cuenten con lastre.
Una estrategia que funcionó fue lanzar y dejar hundir bastante, para empezar a recoger de a dos o tres tirones y frenar, hacer una pausa y volver a repetir este estripeo. Con este impasse entre recogidas se logra que la mosca lastrada vuelva a acercarse al fondo, donde andan las grandes percas buscando matar el hambre. La forma y posición de su boca protráctil nos da la pauta de que para alimentarse tienden a buscar desde donde andan nadando y para abajo. Al ser más oportunistas que cazadoras, la velocidad del estripeo puede ser más suave que cuando buscamos una trucha. Está bueno, además de recoger con estripeos suaves, empezar a acelerarlos cuando la mosca empieza a ascender por el veril. Son muchas las veces que el ataque sobreviene cuando ya está llegando a la parte más alta del drop off. No significa que estén allí, sino que vienen persiguiendo al engaño y lo acometen antes de que se les escape a la parte somera. Por eso hay que ubicarse un poco retirados del cambio de honduras, para no espantar al pez que se quiere atrapar. 

Nos tocaron tres jornadas de viento sostenido que nos impusieron buscar lugares reparados en el lago Argentino, como La Punta del Lago, la boca del río Las Horquetas y del río Las Hayas. En el lago Roca –que presenta aguas más claras que la glaciar lechosa–, en varios sectores reparados tanto de costa como embarcados, pescamos truchas, bocones y percas. Sólo faltó a la cita el Chinook esta vez, es sabido que la proporción de piques con mosca es de 5 a 1 con el spinning y nosotros nos jugamos a la mosca. 
Así es la pesca, incierta, siempre nueva, distinta, con muchas variables en juego. Nos obliga a aproximarnos al objetivo de desentrañar el pique a fuerza de observar bien, tomar decisiones –con algún fundamento–, ir cambiando lo que no funciona, y seguir adelante con perseverancia y aprendiendo siempre del prueba y error, del éxito y del fracaso. Un desafío permanente y apasionante. Una escuela de vida.

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